Siguiendo recomendaciones de grandes lectores - como Sebastià Bennasar en su revista cultural Bearn, o mi querida Cristina de abrirunlibro – me animé a leer la primera obra del escritor Carlos Augusto Casas, una novela negrísima, ganadora del VI Premio Wilkie Collins de Novela Negra. Leer es el verbo que he empleado, pero realmente debería haber usado otro; devorar. Esta pequeña joyita, editada por M.A.R. Editor, no debería pasar desapercibida – de hecho lleva cinco ediciones – porque es, en mi humilde opinión, el ejemplo perfecto de lo que debería ser una buena novela negra: un crimen, un malo, un malo aún peor, una inspectora algo tocada, crítica social y un ambiente decadente que lo envuelve todo. “lo peor de envejecer es volverse inofensivo para el resto del mundo” Teo, el Gentleman, es un viejo de 72 años al que el cuerpo le pide tierra, ya viudo y con el hijo ausente poco jugo le saca ya a la vida, su único consuelo se lo brinda Olga, una joven prostituta, venida del...
Al mal tiempo un buen libro