La editorial Alrevés nos presenta
“Mal trago”, la tercera entrega del inspector Herodoto Corominas, un policía
común – que no chusquero- con un marcado acento hacia lo social. Un hombre
letrado –sus acertadas citas en latín lo atestiguan-, que lidia con sus propios
fantasmas mientras trata de esclarecer asesinatos en Ofidia, la ciudad
imaginada por Carlos Bassas del Rey, un lugar inexistente donde se dibuja una
sociedad como la de cualquier capital de provincia.
Desde que apareció el inspector Corominas el 2013 con “El honor es una mortaja” (Premio de Novela
Negra Ciudad de Carmona) el personaje ha evolucionado. Aquí nos encontramos a
un Corominas que no está pasando por su mejor momento. Su padre acaba de morir
y aunque arrastraba un conflicto paternal con el famoso catedrático de Historia
Antigua, su muerte le ha dejado tocado. La vida pasa y él no es feliz, la
jubilación está a la vuelta de la esquina y siente que la soledad, ese monstruo
que acompaña a la vejez, le acecha.
Y así, tocado y casi, casi hundido, el inspector
Herodoto (bautizado así en homenaje al Padre de la Historia) deberá enfrentarse
a un caso que conmoverá a la opinión pública. Aitor Iragui, un niño de diez
años de procedencia humilde aparece muerto durante la demolición de la finca de
los Díaz de Ubago, una familia de rancio abolengo de Ofidia. El cadáver,
amortajado con un traje de comunión de marca blanca, aparece dentro de una caja
fuerte sin marcas aparentes.
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