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Recursos Inhumanos. Pierre Lemaitre

“Me llamo Alain Delambre y tengo cincuenta y siete años. Soy un directivo en paro”. Así se define el protagonista de la última novela de Pierre Lemaitre; “Recursos Inhumanos” (Editorial Alfaguara) una obra que retrata la crueldad del mundo empresarial. La historia, publicada originalmente en el 2010, ha sido ganadora del Premio de Novela Negra Europea y Premio SNCF de Novela Negra, y se inspira en un hecho real. Sí, la realidad a veces supera la ficción, y es que una empresa francesa, en el 2005, saltó a la prensa por idear un juego de rol como forma de reclutar a su personal. Ese proceso macabro de selección, es el eje central de la novela.

“La esperanza es una abyección inventada por Lucifer para que los hombres acepten su condición con paciencia”, esa frase derrotista se ha convertido en el mantra de un hombre hundido; Alain Delambre, cuatro años en el paro y ya no tiene perspectivas de colocarse en un puesto acorde a su dilatada experiencia. Lo único que han podido encontrarle en la oficina de empleo es un aburrido minijob al que acude a las cinco de la mañana, puntual y dispuesto, para soportar las humillaciones que su encargado turco le infringe. Cuatro penosos años en los que no ha dejado de luchar por volver a “pertenecer” a una empresa, mientras convivía con los estragos personales que un paro de larga duración lleva intrínseco. Delambre ha experimentado diferentes estados de ánimo; la incredulidad, la culpa, la injusticia y, finalmente; la cólera. Así está ahora, enfadado y lleno de ira:

 “Solo falta que encima piense en los años que me esperan, en el porcentaje de cotización que a voy a perder, en la bajada de mi pensión, en el abatimiento que a veces nos inunda a Nicole y a mí. No debo darle vueltas a todo eso porque, a pesar de mi ciática, se me pon un humor de terrorista.”

Por eso cuando recibe la noticia de que ha entrado en el proceso de selección para optar a un puesto de asistente de Recursos Humanos – su especialidad laboral- en una gran empresa no lo duda, hará lo que sea necesario, aunque para prepararse tenga que mentir a su mujer, partirle la cara a su yerno, o robar a su hija. No es momento para remilgos, aunque la selección del candidato pase por participar y dirigir una simulación de toma de rehenes con el propósito de evaluar la sangre fría y la lealtad de los directivos de una gran multinacional.

La primera parte de la historia empieza aquí, es el ANTES del evento, es el Delambre profesional que se prepara para ser el mejor, el que lo sacrifica todo para obtener ventaja, porque todo vale en este sistema perverso e implacable.

"Está bien, me hundiré en el fango, seré ruin, pero espero que a cambio el dios del sistema me dé la oportunidad que merezco: volver a la competición, volver al mundo, ser humano de nuevo". 

El autor no deja de sorprendernos. Dosifica la intriga página a página mientras asistimos al hundimiento familiar, y también moral, de un hombre desesperado que insiste en apostarlo todo por conseguir ese puesto, a pesar del enfado de su mujer que prefiere mantener una postura ética. Sí, nos ha quedado claro; somos capaces de cualquier cosa si las circunstancias apremian. Aunque no puedo dejar de mencionar que de la novela emana cierta moralina al leerse entre líneas que ciertas cosas que ni el dinero ni condición social pueden conseguir.


En este punto me ha venido a la memoria Walter White, el protagonista de la serie estadounidense  Breaking Bad, el aburrido profesor de química que al recibir la noticia de una enfermedad terminal decide ponerse a cocinar y vender metanfetamina para pagarse el tratamiento y asegurar el futuro de su familia.  Ambos son hombres normales, ya maduros, que siempre han respetado las reglas y que no han podido esquivar la mala suerte. Ambos se ven impelidos a actuar, pero aquí acaba el parecido, porque si bien comparten objetivos: el bienestar de su familia, White, el profesor de instituto, se transforma y disfruta y Delambre ni una cosa ni la otra. 

Leer completa en abrirunlibro.com

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