
Nadie mejor que este destacado profesor de literatura, especializado en el
renacimiento y en el pensamiento del polifacético Giordano Bruno, para
despertar nuestras conciencias y animarlas en la lucha contra el desangelado y
despiadado monstruo del utilitarismo, contra la aberración que significa
considerar inútil aquello que no produce un beneficio económico inmediato.
Vivimos en un sistema dirigido por la lógica del mercado, en un contexto
social donde cada elección, cada gesto, cada palabra y cada acción, deben
doblegarse ante la lógica material. Un mundo donde parece un acto heroico
cultivar una pasión o un interés en nombre de un placer desinteresado y
gratuito. El actual contexto político, social y económico está, cada vez más,
dominado por la dictadura del utilitarismo. Nada resulta valioso si no puede
contestar fácilmente a la pregunta: para que sirve? Parece sencillo responder a
la cuestión si lo que se analiza es una herramienta, pero es más difícil abordarla
cuando queremos explicar para qué sirve la música, la poesía o el arte. Por eso,
con tristeza, Ordine afirma:” dentro del
universo del utilitarismo un martillo tiene más valor que un cuadro”.
El utilitarismo ya ha invadido ámbitos y espacios de nuestra vida que
deberían preservarse de la lógica del beneficio, porque no todo puede ser
transformado en mercancía. El profesor Ordine se refiere al patrimonio artístico,
valorado a menudo según su rentabilidad económica por encima del valor
cultural; se refiere también a la investigación teórica, que sufre recortes
continuos si no tiene una aplicación inmediata en el mercado, a pesar de que –
sin menospreciar el progreso científico que aporta la investigación aplicada-
las grandes revoluciones científicas en la historia de la humanidad han llegado
de la mano de las investigaciones consideradas inútiles, es decir, aquellas que
nacían fuera de cualquier fin utilitario. Pero sobretodo, el profesor se refiere
a las instituciones educativas. La gestión empresarial, que no vacila en
desprenderse de una rama improductiva, no puede aplicarse en el mundo de la
enseñanza, transferir estos principios a la universidad no es solo una
aberración, sino también un peligro. Si desaparecen departamentos o disciplinas
que no tienen matriculaciones masivas – los alumnos tratados como clientes-,
como el latín o el griego, la filología, la paleografía, o incluso la
arqueología, se nos está condenando a la amnesia, y el resultado es que: “tendremos
una humanidad desmemoriada que perderá completamente el sentido de la misma identidad
y de la historia”.
Y todo esto, nos advierte Ordine, tendrá consecuencias para el destino de
la democracia y de la libertad. Porque llevar a cabo las reformas –amparadas bajo
la coartada de la crisis económica- que pretenden orientar la formación de los
jóvenes únicamente al aprendizaje de un oficio, es caparles el espíritu, es
negarles su derecho a buscar su propia verdad, es mutilarles sus oportunidades
de conquistar un saber crítico, de razonar autónomamente y por lo tanto de ser
libres.
Estamos ante una crisis moral que ha perdido de vista el valor de la
belleza y el papel cívico del arte en la formación de la identidad y el
crecimiento cultural de un pueblo. No tenemos conciencia: “de que la literatura y los saberes humanistas, la cultura y la enseñanza,
constituyen el líquido amniótico ideal en el cual las ideas de democracia,
libertad, justicia, igualdad, derecho a la crítica, tolerancia y solidaridad,
pueden experimentar un vigoroso desarrollo”. Así pues, es importante no
olvidar que la enseñanza humanística es una oportunidad que la sociedad ofrece
para que intentemos ser mejores.
Invertir en estos saberes inútiles, y en la cultura en general, significa
también educar a las futuras generaciones en el amor por el bien común, en el
respeto a la justicia y el rechazo a la corrupción. Es también invertir en
democracia con el objetivo evidente de, no solo mejorar el crecimiento cultural
del país, sino también en el crecimiento económico. Porque la corrupción y la
evasión fiscal que drenan nuestros recursos y minimizan nuestras posibilidades,
se combaten solo parcialmente por leyes, la lucha efectiva contra estas plagas
pasa por la escuela con la formación de ciudadanos con capacidad de amar el
bien común y de oponerse a la lógica del beneficio rapaz que ha desencadenado
este egoísmo que nos ahoga.
A lo largo de los siglos, numerosos artistas y literatos han insistido en
la importancia de los saberes inútiles para lograr que la humanidad sea más
humana. Él mismo, en su ensayo anteriormente nombrado, recoge estos testimonios
de grandes autores, desde el mundo clásico hasta la actualidad, con la
esperanza de transmitir la importancia de la cultura, con el objetivo de
hacernos entender que un acto gratuito, que solo responde al deseo de nutrir el
espíritu, que un gesto capaz de rehuir la lógica comercial, es necesario. Y lo
es, porque por él mismo demuestra la existencia de un valor alternativo a la supremacía
de las leyes del mercado y del lucro.
Ordine está convencido que la cultura puede ser un antídoto contra la
lógica vencedora del utilitarismo, una forma de resistencia a la dictadura de
los mercados. Solo la cultura y el reconocimiento de la utilidad de lo inútil,
puede frenar la degradación que el utilitarismo ha abocado al hombre moderno.
Todos los que pensamos que los estudios humanitas
son esenciales para devolver a la humanidad su libertad y dignidad expoliada
por la dictadura del beneficio, fuimos exhortados con vehemencia por este
brillante hombre de letras a trabajar sin desfallecer, a luchar con valentía e
ir contracorriente para llevar nuestra pequeña gota de rocío hacia el incendio
feroz del utilitarismo.
Si queréis está la versión en catalán que publiqué en la Revista Núvol
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