
Hace ya dos décadas que Lorenzo Silva dio vida a Bevilacqua y Chamorro, una pareja de la Guardia Civil que ha recorrido el país resolviendo entuertos y aportando sabiduría. En esta novena entrega el subteniente "Vila" y la sargento primero Virginia Chamorro, junto a su equipo de colaboradores, la cabo primero Salgado y el joven cabo Arnau, viajan hasta la base militar de Herat en Afganistán. Allí desplegarán su buen hacer para tratar de esclarecer lo antes posible la muerte de un soldado español.
Pascual González aparece degollado por un utensilio típico afgano y sin señales de violencia. Las hipótesis que se barajan son varias: un ajuste de cuentas, un crimen pasional, un acto de terrorismo y hasta un suicidio, todo es posible y todo debe ser analizado en un escenario muy diferente al que está acostumbrado el equipo de Bevilacqua.
Veremos - y reconoceremos- a nuestros protagonistas rápidamente metidos en faena. La investigación criminal se inicia con los interrogatorios a los testigos - siempre un punto fuerte de la pareja- con ellos, además de mostrarnos el perfil de la víctima, iremos configurando nuestras teorías sobre el posible móvil. La dificultad se multiplica en este aspecto clave de la investigación, ya que en la base militar conviven ejércitos de diferentes países, todos con sus normas, formas y jerarquías propias. Otro aspecto clave de la investigación; la recolección metódica de las pistas, se llevará a cabo como siempre: cumpliendo estrictamente con los procedimientos policiales, porque la pulcritud formal y moral es otro de los puntos fuertes del subteniente Bevilacqua. Así, a través del método, más alguna brillante idea del equipo, siempre espoleado y motivado por la buena gestión que de él hace Bevilacqua, se van acumulando las piezas que poco a poco habrá que encajar en un puzzle coherente que dibuje el quién y el porqué. No será tarea fácil, a veces el método de análisis racional debilita otras miradas y perspectivas, pero sobretodo, no lo será porque en Afganistán nada es como es parece.
Lo novedoso en esta historia es que la experiencia de nuestros protagonistas en Herat, nos permite conocer los protocolos de la base y el difícil día a día de sus habitantes. Todo se refleja con detalle en esta cuidada novela negra, y es que Lorenzo Silva ha viajado hasta allí para aclimatarse al terreno y mascar el ambiente para documentarse como dios manda. El resultado: estamos allí a la vez que Vila y Chamorro, integrados en la jerarquía militar, tragando polvo del desierto y pasando calor, mientras somos testigos de como el equipo reflexiona y analiza, toma y repasa declaraciones, investiga y desgrana el caso. Como siempre, mientras la trama principal se va desarrollando, conoceremos las inquietudes personales, las ilusiones, los deseos y frustraciones que acarrean nuestros protagonistas, unos personajes muy trabajados y tan cuidados como los diálogos que se producen entre ellos, una verdadera delicia para el lector, un ejercicio literario que no solo nos divierte, sino que nos ofrece la posibilidad de conocerlos bien y participar de la intimidad que se ha ido creando entre ellos a lo largo de los años.
Conocí a esta peculiar pareja literaria en su debut el año 1998 con la novela "El lejano país de los estanques" y desde entonces han formado parte de mi vida. Silva escribe como pocos, para mí es puro deleite, un estilo hermoso y sencillo a la vez, profundo, intenso y ágil, tremendamente irónico - lo veréis en las reflexiones de Bevilacqua- y claro, muy claro, sin pelos en la lengua, si hay que criticar se critica, sin miedo. Así es su personaje principal, el inspector Rubén Bevilacqua, un uruguayo licenciado en psicología metido a guardia civil desde los treinta años y que ahora, una vez alcanzado los cincuenta se encuentra de vueltas de todo. Un tipo realista, con preocupaciones y miedos auténticos, como los tuyos o los míos. Un profesional metódico y cumplidor que acepta la jerarquía y la disciplina interna del cuerpo al que pertenece pero que no teme a sus superiores. Un hombre valiente que junto a la inteligencia, perspicacia y saber hacer de la sargento primero, Virginia Chamorro se ha ganado un prestigio merecido a base de echarle horas y empeño a su trabajo.
Dejando de lado los diferentes casos e intrigas que han llenado cada una de las novelas, sin duda, en mi opinión, una de las valiosas aportaciones de Silva a largo de las nueve obras que componen hasta ahora la saga, ha sido la transformación de los personajes a lo largo del tiempo. Ha sido emocionante ser testigo del proceso de maduración vital de los protagonistas y de la consolidación de la relación profesional de esta pareja de guardia civiles. En la entrevista de Andrés Seoane al autor (enlace al final) nos enteramos que se prepara para una décima entrega y tal vez alguna más, y es que el inspector Bevilacqua se acerca inexorablemente hacia la jubilación.
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