
Debo reconocer que he acabado el año con una buena historia. Ha sido un acierto engancharme a las más de 500 páginas de la tercera novela de la estadounidense Lauren Groff, una obra que ya había conseguido ser finalista de los National Book Award, pero que saltó a la “fama” gracias a Barack Obama tras confesar a la revista People que “Fates and Furies” había sido su libro favorito del 2015.
Aquí nos llega titulada como “En manos de las furias”, publicada por Lumen y traducida por Ana Mata Buil.
Lauren Groff nos deja entrar en la intimidad del matrimonio de Lancelot Satterwhite (Lotto) y Mathilde Yoder. Ambos cónyuges son jóvenes, apenas tienen 22 años, pero una especie de locura les ha atrapado y, a pesar de que solo hace 15 días que se conocen, están seguros de lo que sienten y desean; pasar el resto de su vida juntos.La madre de Lancelot les da la espalda y ni siquiera sus amigos confían en la duración de la pareja y es que los dos protagonistas son totalmente opuestos. Lotto es hijo de una familia rica. Es un niño amado, mimado y protegido, un joven acostumbrado a ganar. Lotto es luz, bondadoso, generoso y lleno de carisma. Quiere ser actor y no le cabe duda de que la vida que está a punto de empezar le traerá alegrías y éxito
Mathilde no, ella es todo un misterio. Al contrario que su marido no fue una niña amada, sus padres la abandonaron cuando tan solo tenía cuatro años y criada sin afecto ni atenciones se vio obligada a construirse una personalidad despiadada, fría y pragmática, una personalidad para sobrevivir en el mundo de los perdedores. Por eso ella es tan diferente de Lotto, procede de otro lugar, de un mundo sombrío que piensa esconder a toda costa, porque ahora, por primera vez en su vida siente que hay esperanza.
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