
"Todas las noches, cuando me voy a dormir pienso: Mañana por la mañana me despertaré en mi propia casa y las cosas volverán a ser como antes. Esta mañana tampoco ha ocurrido."
Es la voz de Defred – Offred en la versión inglesa- que nos detalla sus
austeros y previsibles días en el estado totalitario de Gilead. Las cosas han
cambiado mucho en los Estados Unidos, la vieja democracia liberal ha sido
barrida tras un golpe de Estado perpetrado por los Hijos de Jacob Pro Tanques; un
grupo totalitario de corte teocrático que ha logrado imponer sus valores
puritanos y fundamentalistas a una sociedad aún conmocionada. Las mujeres -como
nos estamos acostumbrando a ver- se han llevado la peor parte. Sometidas y
despersonalizadas no son más que objetos. En un mundo que se extingue por los
escasos nacimientos viables, debido en parte por el maltrato continuo al medioambiente,
la gestación es sagrada. Ese es el papel de las Criadas, mujeres reclutadas
forzosamente, úteros intercambiables que se asignan a los Comandantes del
régimen para perpetuar la raza.

Es verdad que la novela carece de una acción frenética -no olvidemos que
la historia es un diario de una mujer que tiene limitada su capacidad de
actuación al ámbito doméstico- no obstante, consigue mantenerte alerta gracias
a la atmósfera, casi claustrofóbica, que la autora logra recrear a través del
lenguaje brutal, intenso y muy gráfico que utiliza una Defren rendida y resignada
a su papel. Un ejemplo:
"Espero, lavada, cepillada, alimentada, igual que un cerdo al que se entrega como premio."
La novela nos habla de cómo los actos terroristas fueron utilizados para
legitimar el levantamiento y la inmediata anulación de la Constitución Americana
a favor de la nueva República de Gilead. Contra lo que cabría imaginar el
desmantelamiento de la democracia no obtuvo la resistencia esperada. Defred al
echar la vista atrás reconoce la existencia de señales que indicaban el
deterioro del sistema:
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